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Tienen 12 años: el inquietante mensaje de las hijas de  las famosas sobre la niñez

Sexualización

Tienen 12 años: el inquietante mensaje de las hijas de las famosas sobre la niñez

Blue Ivy (izda.), con 12 años (en enero hizo 13), y North West, que cumplió hace dos semanas 12.

Mucho maquillaje, ropa 'sexy', poses sensuales y desafiantes... la adultización de las hijas de Beyoncé o Kim Kardashian promueve una industria millonaria.

Viernes, 04 de Julio 2025, 13:15h

Tiempo de lectura: 4 min

Son un modelo para millones de niñas. Las hijas de Beyoncé y Kim Kardashian —Blue Ivy, 13 años, y North West, 12—, son ya una marca en sí mismas. Sus apariciones, su ropa, sus uñas o su maquillaje alimentan un modelo de negocio que, al servicio de marcas de moda, cosmética y redes sociales, imitan miles de padres con sus hijas.

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De tal palo... Blue Ivy Carter, la hija de Beyoncé y Jay-Z , empezó a acompañar a su madre en los escenarios con solo 12 años, donde baila y se mueve con la sensualidad de su madre, quien también empezó su carrera con 9 años, aunque con un poco menos de maquillaje que su hija.

Impulsadas y viralizadas por los algoritmos, esas apariciones normalizan así el trabajo de menores bajo presión pública. «Desde cada vez más pequeñas, las niñas creen que lo más importante es su apariencia y que su valor depende de ellas —denuncia Jean Kilbourne, investigadora de la imagen femenina en la publicidad—. Los anuncios no solo venden productos; venden normalidad». Y la sexualización infantil va camino de serlo.

Una investigación de The New York Times (Un mercado de niñas influencers gestionadas por madres y acosadas por hombres) destapa una actividad —la cosmética infantil factura 1,7 millones de dólares y crece al 5,2 por ciento, según Verified Market Research— que no crecería así sin padres que saben que «cuanto más sexy se ven sus hijas, más visitas atraen».

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Primeras damas. Giulia Sarkozy, hija de la exmodelo y cantante Carla Bruni y del expresidente francés Nicolás Sarkozy, participó el 20 de junio en un torneo ecuestre para niños. Tiene 13 años. Bajo la atenta y orgullosa mirada de su madre, Giulia habló ante las cámaras con sus pestañas y sus uñas postizas. La niña ya suele mostrar en redes sus 'rituales de belleza', como haberse teñido el pelo de rubio platino.

La hipersexualización de las niñas mueve un negocio millonario, el de la cosmética. Ya existe un término para definir el fenómeno de las niñas menores de 15 años que viven obsesionados con comprar productos de belleza: Sephorakids, en referencia a la tienda donde más adquieren estos productos. Pero no es la única vía de acceso. «las preadolescentes no sólo inundan las tiendas Sephora, sino que también compran muchos de estos productos por Internet», dice Denish Shah, profesora de marketing en la Universidad Estatal de Georgia. «Este segmento está experimentando un enorme aumento de ventas».

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Lujo desde la cuna. North West, la hija de Kim Kardashian y Kanye West, ya lucía con seis años atuendos de moda un tanto inapropiados para su edad, por ostentosos, como un bolso Hermès de ocho mil dólares. Claro que ella ya nació delante de una cámara en un reality show en vivo.

Una de las marcas que mejor se ha posicionado entre las preadolescentes es la californiana Elf, que en el último año creció un 200 por ciento, gracias a sus campañas virales en TikTok. Se presentan como productos de 'belleza limpia', con menos químicos, pero lo cierto es que funcionan como cualquier cosmético de adultos. Su éxito se basa más bien en que se trata de productos accesibles, más baratos que los que usan sus madres, pero posiblemente también de peor calidad.

Y, sin embargo, eso no impide que el mercado crezca a un ritmo que parece imparable. Y es que cada vez hay más preadolescentes que triunfan en redes sociales mostrando a sus seguidores cómo usar cremas de belleza; los llaman skinfluencers.

Cada vez hay más preadolescentes que triunfan en redes mostrando cómo usar cremas de belleza; las llaman 'skinfluencers'. La terrible consecuencia también tiene nombre: 'cosmetorexia'

Y si quienes lanzan los mensajes en redes son hijas de famosas, mucho mejor negocio. Es el caso, por ejemplo, de la hija de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, Giulia. Con 13 años, ya muestra desde haca un par sus 'rituales de belleza' en redes sociales: sus tintes para el pelo, uñas larguísimas, pestañas postizas... Todo ello, jaleado por su madre, modelo y cantante, que, al parecer, encuentra que compartir cosmética y ropa con su hija a esa edad es una estupenda idea que tan solo muestra el talento innato de su hija para la moda.

La hipersexualización de niñas y adolescentes no es nueva, pero ha aumentado drásticamente con Internet y las redes sociales. Las consecuencias para los más jóvenes van desde la baja autoestima a severos problemas de salud mental. No es solo la 'cosmetorexia', la obsesión por los cosméticos, alertan los expertos, sino la necesidad impuesta de mostrarse sexualmente atractivas cuando son niñas, con todo lo que ello implica.

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Expuestos. Al lado de la nueva generación de hijos de famosos, los que ahora son veinteañeros parecen menos escandalosos. Y eso que algunos ya lo fueron en su momento. Es el caso de los dos hijos menores de Will Smith, Jaden y Willow, expuestos desde muy pequeños a las cámaras como 'iconos' de la moda. O la hija de la modelo alemana Heidi Klum, criticada por posar en una campaña de ropa interior junto a su hija, cuando justo acababa de cumplir 18 años.

Que el fenómeno afecte neurológicamente sobre todo a los más pequeños se explica porque, entre los 10 y 12 años, el cerebro humano es más sensible a los 'chutes' de oxitocina y dopamina, receptores de las hormonas de la felicidad, que se producen cuando reciben 'recompensas', likes, en redes sociales.

Pero los psicólogos alertan de que ese proceso de sexualización a través de la moda y la cosmética es inevitablemente frustrante, hasta el punto de que las niñas que usan cosmética pasan a la adolescencia queriendo operarse estéticamente todo el cuerpo y no son capaces de enfrentarse a un espejo sin los filtros de Instagram. Una esclavización que muchas madres famosas, algunas incluso presentándose como adalides del empoderamiento de la mujer, promueven desde los escenarios y las plataformas.

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