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Martes, 25 de Noviembre 2025, 17:18h
Tiempo de lectura: 2 min
Es un cineasta británico de 34 años, de Birmingham, al que ya llaman el nuevo Sacha Baron Cohen. Se dio a conocer en 2017, a los 26 años, cuando anunció el cobertizo vacío de su jardín al sur de Londres como restaurante en TripAdvisor y, poco a poco, lo convirtió en el restaurante mejor valorado de Londres... ¡aunque no existía!
El hecho de que no se pudiera reservar no hizo sino aumentar su atractivo y, cuando finalmente abrió su cobertizo al público, solo por una noche, sirviendo comida precocinada, todos se marcharon encantados.
Cuando lo contó, las televisiones se peleaban por entrevistarlo y Butler se embarcó en otro experimento: enviar a dobles para que lo reemplazaran y que 'colase': su hermano, un actor noruego...
Luego se puso algo más serio en un documental para Channel 4 en 2023, en el que criticó duramente a Amazon exponiendo con humor sus condiciones laborales. Ahora ha realizado un documental sobre el dinero: Cómo gané un millón de libras en 90 días. Quería codearse con financieros y criptobros en Nueva York.
Su primera idea era aprovechar la atención que ya tenía para vender un producto. Organiza un taller clandestino donde trabajan niños que diseñan una camiseta y la vende como 'taller ético'. Una revista publica un reportaje sobre el taller y consigue vender 100 camisetas a 100 libras cada una.
Pero no avanza mucho. Mientras busca otras ideas para ganar dinero, aprende una lección de los emprendedores con los que trata: «Lo más importante es presentar todo lo que hagas como un éxito», explica. Así que, mientras intenta convencer a diversos inversores de que le paguen un millón de dólares a cambio del 10 por ciento de sus ganancias futuras —sin especificar en qué negocio—, Oobah se autopromociona falsamente.
Paga a la edición georgiana de la revista Forbes para que publiquen un perfil suyo escrito por él mismo, donde detallaba sus «tremendos éxitos». Sugiere que su marca de 'talleres éticos' va a abrir su primera tienda en Londres... Y, en muy poco tiempo, logra que un inversor compre una participación en el negocio por un millón de dólares.
Aunque no acepta el dinero, el mero aval del inversor lo 'legitima' ante el sistema: lo convierte en un candidato que reúne los requisitos para recibir un préstamo a bajo interés de hasta ocho millones de dólares.
«Si hubiera ganado un millón legítimamente, habría pagado unos 450.000 en impuestos —afirma—. En cambio, si pido un préstamo con un aval, no pago nada». Así es como los magnates de la industria financian sus empresas, explica. «Ya sabes, así es como Elon Musk compró Twitter o compra cualquier cosa».
Oobah no aceptó el préstamo, pero ahí está su película. Dice que ni siquiera ahora que es cineasta puede pagarse el alquiler de un piso en Nueva York.